Fría noche donde la soledad se acomoda en el alma dando mortaja a la vida, donde la tenebrosa amiga sonríe con dientes de hielo tras comenzar la caza.
Intuye tú el camino, pon largas distancias, intenta liberar la acechanza a tus pasos, deja que el replique entre en lucha por ahogar el latido del corazón en tu garganta.
Es ella, la que persigue, la que manda sobre la cordura y la locura, la que da el dictamen sobre lo visto y lo oculto. ¡Cálmate! ¿Crees que puedes poner en duda lo que apremia?
Te roza con sus garras golpeando con su aliento en tu cerviz, y tú; corres con la imagen de ella, con el olor trémulo de su hálito y el pavor negro en tu cara.
Eres sólo un ingrato que no está dispuesto a aceptar la gabela, el destino de la noche oscura, el beso frío de ella. ¡Cálmate! ¿No resulta grata la promesa?
Tus pasos cansados se detienen, tu mente se somete al momento, tu cuerpo trémulo se alivia de su convulsión, y ella esta ahí, sólo te mira con sus ojos resueltos a amar tu vida…