martes, 20 de abril de 2010

Sueño de un adiós


Mis pies arrastran el peso infringido por tu desden, mi corazón esta lleno, colmado, incapaz de reclamar regaño a tu partida.

El crepúsculo amenaza con cubrir de oscuridad el delito de tu cuerpo alejándose sin palabras, dejando mi ser sumido en amargas lágrimas de tortura.

La noche ilumina tus pasos decididos a alejarte de mí en pleno sueño. ¿Tan cruel me sientes? ¿Me crees capaz de soportar tan ingrata pesadilla?

Sólo me queda la esperanza de advertir tú venida, sólo me queda el recuerdo de haber visto tu partida.

Amor, llegaré a ser un tirano dominado por la ira, si tú no dignas palabras o reproches a mi mirada, si tú no agasajas mis oídos con regaños. Dime, amor, castiga mis faltas pero, no apartes de mí la esperanza de encontrar alivio a mi desdicha.

Si no puedes amarme, perdona mi sufrimiento, si me niegas el mirarte retiraré mi vista de tu rostro, si entorpezco tu camino me echaré a un lado para no vedar tu destino pero, no apartes de mí el anhelo de encontrar alivio a mi desgracia.

Toma mi mano, si de ella no quieres saber nada sufrirá en retirada, si ella no es digna de tu roce sufrirá de desprecio para nunca más infligir caricia ninguna.

No me niegues el amarte, no me niegues el quererte, pues si mi cuerpo cayó en pecado deja que se levante mi alma, si mi vida abatió en deshonra deja que se levante mi alma.

Sentir, siento pues sigo amando, comprender, entiendo pues sigo purgando mi culpa. Si no has de merecerme perdón, condenado vagare por los días, si no has de perdonar, ¡Espera y mira en lo profundo de mi casa! …