lunes, 26 de enero de 2009

La manera de pescar.


Día tras día se levantaba con el alba para acudir a la marina con su caña de pescar, era una playa de mar suave, de orillas ligeras, de arena fina, de color de oro donde sus días pasaban sin asomo de premura, sin atisbo de ruptura de una monotonía buscada, anhelada por un ser que dedicaba su tiempo a soñar, sus sueños eran dirigidos hacia un futuro cercano, eran sueños de mar, de hombre curtido por la brisa marina y el sol.
Relataba en mente su circunstancia real y lo que debía acontecer para salir de esa playa…pensó en un pez muy grande atrapado en su sedal, en su lucha para atraerlo hacia el manto arenoso… de repente noto como su caña se inclinaba en arco hacia el frente queriendo huir de su mano, aferró fuertemente su mango dando inicio su reyerta por sacar del agua aquel pez que se dejaba notar de tamaño descomunal por su poder de disputa, tras largas horas de lucha aquella pieza apareció ante sus ojos era realmente enorme. Su precio en la lonja fue grande, marcho de allí contando el dinero y encamino sus pasos hacia la casa del mar adquiriendo dos cañas mas para su próxima pesca.
En las jornadas siguientes su capturas aumentaron y con esto sus ingresos, con lo que pudo adquirir una pequeña barca, y, su manera de pescar cambio pasando a ser barquero y con ello sus ingresos siguieron en aumento.
Al final de unos años decidió comprar un barco cambiando de nuevo su manera de pescar, pasando a ser patrono de un barco llamado pescador, día tras día seguía saliendo a faenar hasta que aquella fatídica jornada el mar engullo su barco…
De repente un fuerte tirón en su caña lo despertó del sueño, se encontraba en su playa, de mar suave, de orillas ligeras, de arena fina, de color de oro donde sus días pasaban sin asomo de premura, cogió su navaja y cortó el sedal decidido a no cambiar su manera de pescar.

martes, 20 de enero de 2009

El guardián de sonrisas.






-Está bien pequeño, si no quieres hablar no te forzaremos, no obstante no nos gusta que nos observen a escondidas, preferimos vernos las caras lo necesitamos para robar las sonrisas.
-¿Robar sonrisas?
-Eh, metro sabe hablar.
Coloqué mi mano en la boca en un gesto de reproche y de admiración hacia ese personaje que fue capaz de arrancarme unas palabras.
-No te sientas mal, te contare un secreto, aquí todos hablamos.
-¿Cómo que robáis sonrisas? ¿Para que las queréis? ¿Sois ladrones? ¿Donde las tenéis?
-Para, para pequeño, un momento, ¡creo que nos arrepentiremos de que puedas hablar!
No pude más que sonreír, me encontraba eufórico como…aquella noche en que mama repartía los regalos que se encontraban bajo el árbol…de repente la tristeza se apodero de mi rostro, notaba como su tirantes iba en aumento y se encargaba de borrar todo atisbo de sonrisa gozada en un espejismo de irrealidad. Yo no podía alegrarme, no tenia de que alegrarme…
Xavi se dio cuenta, me miro fijamente a la cara y su semblante cambio.
-Metro, creo que has aprendido las respuestas demasiado rápido sin dejar que nadie te las enseñe… Té robamos la sonrisa antes de que tu alma se la lleve para siempre, porque tu sonrisa queda aquí.
Se puso su mano en el pecho, dando suaves golpes, muy lentamente…
-La guardo aquí en mi corazón para dártela cuando la tristeza te embargue y verdaderamente la necesites para seguir adelante. Me preguntas si somos ladrones, te diré que solo somos creadores de ilusión, repartidores de sueños, y guardianes de sonrisas.
Dicho esto puso la mano de su pecho en mi cara dando un pizco en mi mejilla y algo mágico sucedió una gran sonrisa se dibujo en ella…

lunes, 19 de enero de 2009

La flor dormida.




Siempre hay una bella flor dormida,

solo hay que despertar su aroma,

para disfrutar sin duda,

de su gran hermosura,

mi jardín llene con vida

de tu esencia mi bella.

Al excitar mí alma

Con amor y premura.

Me das largas amor ante tal pasión

¿qué esperas a cerrar mi herida?

¿por qué no escuchas mi horror?

clamando al cielo con temor

tengo que ser fuerte por mi dama

para no perder la flor de su dadiva divina.


lunes, 12 de enero de 2009

Los okupas de las artes.







Hoy es el día, tengo que salir de aquí, no puedo quedarme…
Repasaba mentalmente todo el tiempo confinado, intentando encontrar algo que importara la pena recordar… ¡Si! esta Anna, siempre me dice que me parezco a su pequeñín, me da besos y me trae a escondidas trozos de pastel y se ríe al verme comer, luego extiende su mano para acercarme un pañuelo y me dice…
-Cariño límpiate esos morritos y la puntita de la nariz.
Dicho esto da media vuelta mientras ríe y marcha.
Era mi profesora de lenguaje, me enseño a ordenar mis ideas, pero no pudo inculcar en mí las normas de la escritura, decía que era demasiado libre como para atarme incluso a una manera de escribir.
Era tarde los pasillos del colegio estaban vacíos, yo esperaba en un rincón sentado sobre mi maleta, mientras miraba ese largo pasadizo de suelo forrado en mármol desgastado y frío, aquellas paredes altas grisáceas con cenefas cerámicas a su mitad, decoradas con motivos florales de color azul, aquel techo alto que deja entrever las vigas de madera ya curvas por el peso sostenido, sus arcos lisos de piedra rematados con yeso.
-Venga daros prisa con esos carros de ropa, ponerlos junto a la puerta, el camión esta a punto de llegar.
Ese día la ropa se recogía por la puerta principal ya que en la nave de la lavandería tenían preparada una pequeña fiesta, la fiesta de Nochebuena. Hacia un año, menos unas horas que me encontraba en aquel lugar y no estaba dispuesto a pasar ni un minuto mas.
Cuando las señoras de la limpieza marcharon me deslice sigilosamente dentro de un carro tapándome con la ropa sucia, sabia que no me echarían a faltar pues estaba encargado de vigilar los dormitorios para que nadie entrara, por lo que disponía de unas cuatro horas antes de que Luisito el gafas viniera a liberarme, por lo tanto me encontraba tranquilo esperando…
Sonó la campana de la puerta y el bedel se dirigió a ella.
-Venimos a recoger la ropa.
-Son esos dos carros.
En un abrir y cerrar de ojos me encontré dentro de un camión rodeado de montones de ropa sin saber como bajar de el… pero, se a parado, voy a esconderme, no puedo arriesgarme a ser visto y volver allí, solo el echo de pensar en una vuelta repentina me recuerda el dolor de aquellos azotes con la correa del director, mientras gritaba que me enseñaría por las buenas o por las malas, apretaba mis puños y mis dientes para no darle el gusto de oír mis quejidos, y solo conseguía que siguiera con mas ímpetu su castigo en una muestra de poder humillante y autoritario ante un niño que tan solo podía jurar que no saldría una lagrima mas de sus ojos.
La puerta se abre, tengo que permanecer inerte, quieto, no respirare…creo que han marchado con un carro de ropa, tendré tiempo de salir… urdí un plan, me puse a contar intentado imitar los segundos de un reloj hasta que regresaron a por otro carro, 243, ¿Cuántos minutos son? Cuenta rápido venga ¿Cuántos son? Ya esta, cuatro minutos y 3 segundos, suficiente para salir de allí sin ser visto. Salí de mi escondite, saltando del camión, pero y mi maleta, no podía dejarla era todo lo que tenia… para vuelve atrás, brinque de nuevo al interior del camión la cogí de un tirón y calcule que debían quedarme un par de minutos tenían que ser suficientes, Salí corriendo con mi maleta a rastras sin detenerme ni mirar atrás, aquella esquina pero esta tan lejos, un esfuerzo mas le gritaba a mis piernas sintiendo el ahogo, no puedo desfallecer necesito llegar a ella…ayúdame papa.
Me encontré tirado en el suelo, levante mi cabeza con miedo de ver a alguien llegando a mí… ¿Doble aquella esquina?, si, doble aquella esquina, levanta no te confíes un niño solo con una maleta podía levantar sospechas entre la gente tengo que esconderme ya saldré a caminar arropado por la noche, rápido tienes que buscar un lugar, ese hueco en la pared de piedra, si entra no pares.
Me encontré al otro lado del muro, estaba rodeado de plantas altas en un terreno abandonado y al fondo unas naves de ladrillos rojizos, habían raíles de vía amontonados, eran las antiguas cocheras del metro, mas haya me llamo la atención una placa metálica pequeña como las que se encuentran en los asientos de los vagones, la cogí y continúe caminando hacia aquellas naves.
Al llegar a la puerta de la primera nave, estaba abierta mire en su interior habían tres vagones viejos carcomidos por el ocido aparcados sobre unas vías muertas, oí unas voces aproximarse, corrí al primer vagón ocultándome en el. Se detuvieron ante el, hablaban de ensayar un poco antes de ponerse a arreglar los ventanales de la parte de arriba.
-Xavi, sabes que hemos de preparar unas barricadas a la entrada, justo antes de la vía principal de entrada a cocheras, se oyen rumores que vendrán los grises a desalojarnos.
De que hablaban, no entendía nada, la curiosidad me pudo y asomándome por la ventanilla distinguí mucha gente que formaba un corro en cuyo centro se encontraba un hombre el cual, al volver a hablar lo relacione con el tal Xavi, tenia en sus manos tres bolos grandes y pronto se puso a lanzarlos al aire volando sobre su cabeza, me quede quieto mirando sin importarme que pudieran verme… ¡fuego! aquel tiene unos palos con bolas de fuego crea malabares con ellos se acerca uno a su boca, guay, escupe fuego, notaba la necesidad de alzarme un poco mas para poder ver al resto… ¡música! sonaba música, aquella chica es genial se dobla hacia atrás tocando el suelo y andando con pies y manos… aquellos de que van disfrazados, jajaa , son payasos. Me quede de pie en el vagón mirando aquella gente, saltaban bailaban, reían y de repente se sentaron todos ante unas cajas de cartón pintadas en forma de marco decorado y salió un personaje una marioneta vestida de hada con su varita mágica, note como mi boca se abría en muestra de admiración…
-Mirar que e encontrado, ¿pero tu que haces aquí pequeño?, ¿Cómo te llamas?, ¿no dices nada?, ¿que traes en tu mano?
Me arrebato la chapa de la mano, la miro y leyó en voz alta “metro”, no me digas que te llamas metro, se puso a reír a carcajadas como si acabara de contar un chiste…



miércoles, 7 de enero de 2009

La bella calma.




Levanta tu ancla dejando partir el navío de esta tormenta, no esperes que las mismas olas golpeen tu nave una y otra vez hasta zozobrar tu vida hundiéndola en un abismo de penumbra, nadie es digno de abatir velamen de tu fuerte mástil, pues has de deslizarte en aguas bravas ganando con ello la bella calma…




lunes, 5 de enero de 2009

La contadora de historias.






La contadora de historias.


ألف ليلة وليلة Alf layla wa-layla. Sherezade,

Cuenta la leyenda que el sultán Shahriar es traicionado por su mujer la cual es apresada y decapitada, lleno de ira y rencor manda a su visir conseguirle una esposa virgen para cada día y decapitar a la esposa del día anterior. Pero este terrible designio es roto por Sherezade la misma hija del visir, que en contra de su padre se ofreció voluntaria para pasar la noche con el sultán, Ella trama
un plan astuto que lleva a cabo, sorprendiendo al mismo sultán contándole un cuento, del cual interrumpe su relato al despuntar el alba y promete el final para la noche siguiente. Así durante mil largas noches y al paso de una más logro el perdón del sultán. Surgiendo “las mil y una noches




Dedicada a nuestra Shere, una gran contadora de historias que me sedujo como al sultán con su mundo interior lleno de historias, esperando que las mil y una noches queden cortas en número ante ella y pueda disfrutar de su amistad largamente.


A sus pies mi Sultana de este humilde cuentacuentos.

viernes, 2 de enero de 2009

Tierra Fría


Me encuentro sentado ante un papel en blanco; con mi pluma en una mano y mi cabeza recostada en la otra cuyo codo descansa sobre la fría mesa del escritorio; lo miro pensativo intentando dilucidar como quedarían unos trazos finos plasmados en el, de que hablarían, que historia pretenderían contar.
Solo podía vislumbrar unas sombras rebotadas, creadas por un haz de luz utilizado en un frugal intento de dar tregua a una vista cansada escondida tras unas gafas desfasadas, cuya utilidad no es más que acercar palabras a una mente inquieta por todo lo que se puede perder en un segundo.
Me decidí y dando suelta a mi pluma, como si se tratase de un caballo, empezó a trotar sobre el fondo blanco dejando un rastro de signos cuyo asentimiento era latente, su reflejo negro de tinta suave trasformada en palabras ponían poco a poco sentido de frases, dando colorido a una hoja de blanco y de negro la cual tenía algo que confesar…
Acudían a mi mente palabras extrañas, como piezas de un rompecabezas que se han de encajar para encontrar ese motivo lógico que las haga descifrables, creando un lienzo de un lugar distante cuyo nombre resulto ser “Tierra Fría”. No podía apartar ese nombre de mí, un pánico intenso se apodero de mis pensamientos al recordar que estas palabras forjaban algo que creía ya olvidado y soñado. Pero era tan real…